martes, 18 de octubre de 2016

La autoridad pedagógica en la educación

Ruth Harf habla en la video conferencia sobre la autoridad pedagógica. Esta no pone el acento tanto en el qué se enseña, sino en el cómo se enseña. Está unido a una idea, las estrategias metodológicas.

Autoridad viene de autor, es quién produce algo, quién aumenta, enriquece y, potencia la enseñanza. El término puede tener también un lado negativo, mostrando prepotencia y soberbia. Ser la autoridad, ejercer la autoridad, no tiene nada que ver con el autoritarismo; no implica capacidad alguna de obtener una obediencia sumisa y de entrega o donde se obtiene una respuesta esperada. Autoridad es aquella en en la cual se genera y aumenta lo ya existente; no se crea ni aumenta a partir de la nada. El docente habilita espacios, genera un crecimiento en los demás, es un sostenedor; no es un dueño y creador de aquello que origina pero tiene un lugar especial en dar origen, transformar y generar lo que se necesita.
Está atento a lo nuevo, a lo no esperando, generando un verdadero espacio de libertad; repensando constantemente lo que está haciendo, y recuperando lo que hizo hasta ahora.

¿Qué es lo que si puede una autoridad? Pasar de la relación de un superior que explica y un inferior explicado; a una transmisión que implica pasar cultura para que el otro no se aun repetidor, sino un generador, un creador de toda esa cultura que le es pasada. Requiere desarmar, desarticular lo que ya se hizo, lo que ya se pensó para que lo que no se pensó aparezca. Es también estar autorizado para.

La autoridad no es quién pretende la mera obediencia, la sumisión, quién pide una respuesta inmediata. Hoy la autoridad requiere aprender a hacer buenas lecturas de lo que demanda, exigen y necesitan los chicos. La autoridad debe hacer visible la voz del otro, a la necesidad del otro y; debe pensar cuales son los dispositivos más adecuados para cada situación.

Una autoridad pedagógica es aquella que está dispuesta a brindar la información que el otro necesita, que favorece discusiones y debates, coordinando distintos puntos de vista y llegando a múltiples conclusiones, a distintos modos de resolver un problema. Es quién proponer problemas que no se le hubiesen ocurrido fuera del ámbito escolar.

Una estrategia es pensar de que modo voy a transmitir algo, que criterios debo utilizar. Estrategia y variable estratégica van juntos; ¿cuál es el grado de conciencia que los docentes tienen de las huellas que pueden dejar en sus alumnos las estrategias metodológicas que emplean? La amenaza, el chantaje, el castigo, la descalificación, el insulto, pueden modificarse por la motivación, y la preparación para la investigación, generando una enseñanza más significativa en los alumnos, dejando una huella que se recuerda positivamente.

Los educadores deberían disponer de instrumentos de análisis para ver en que medida actúan ante situaciones impredecibles o inciertas, tomar conciencia de las decisiones que se toman en el accionar diario y del impacto que tiene el modo de enseñar a los alumnos, quizás a partir de su propia experiencia evitando caer en prácticas que dejaron una “mala huella”.

No hay garantía de que utilizando una cierta estrategia o modo de actuar ante una situación se le permita a los chicos aprender; no es una ecuación.

Ruth Harf toma las ideas de Roberto Heargraves quien, plantea que las estrategias son el producto de una actividad constructiva y recreativa, que se vuelven rutinarias y pedagógicamente legítimas y resisten a las innovaciones. Esto hace que ante una situación se utiliza una estrategia ya utilizada porque dio resultado y no se evalúa si existe otra mejor para ese grupo. Cita también a José Gimeno Sacristán quién dice que hay esquemas prácticos de acción, que son formas de comportarse y operar en contextos complejos; que deben ser flexibles para adaptarlos a situaciones diversas, no entenderlos como recetas terminadas; deben ser ajustados a cada situación.
Continúa con las ideas de Bárbara Rogoff quién plantea la participación guiada, donde el otro va haciendo conmigo, se da un traspaso paulatino del control de la autoridad. El otro es el dueño de su propio aprendizaje, con una docente que sabe dar el espacio y la palabra.

Le da una importancia radical a las concepciones ideológicas que cada uno tiene aunque no se vean en cada palabra que se dice pero si en el modo el modo en que se interactua con el otro, no me digo todas las clases que tipo de concepción del hombre tengo pero lo demuestro en mis acciones. Permitiendo que el niño pueda cuestionarse, preguntar aunque no se tengan todas las respuestas o que esta sea “porque así son las reglas”.

El trabajo en equipo tiene que ver con una concepción ideológica, que implica una confianza en la potencialidad del propio grupo para generar competencias y actitudes cómo la cooperación, la solidaridad o el respeto de la diversidad.

Cuando nuestra única modalidad es dictar cátedra nuestra autoridad pedagógica se a va a tambalear. El trabajo en pequeños grupos donde se respete la opinión del otro también es una opción ideológica.

Postman y Weingartner plantean la enseñanza como actividad crítica. Se pregunta que sucede con los modos de enseñar en la escuela ya que no solo el contenido es lo que el alumno aprende, sino que también aprende el modo en el que esto le es enseñado. Lo que nosotros hacemos, lo que los chicos hacen, el ambiente que se genera; eso es lo que los chicos aprenden; un ambiente de cuestionamiento, de escucha, de critica. Lo que los alumnos hacen, eso es lo que aprenden.

El mensaje es transmitido silenciosamente a través de la estructura de la clase. Si lo que los alumnos hacen es escuchar, permanecer sentados, creer a ojos cerrados en la autoridad, repetir, preguntar sólo cuestiones técnicas o administrativas, procurar “la” respuesta acertada; ¿qué es lo que aprenden? Aprenden la aceptación pasiva de ideas versus la crítica positiva, aprenden que el fin de la educación es recordar una colección de hechos inconexos, que vale más la repetición que el propio criterio, que en la educación los sentimientos no cuentan, que toda pregunta tiene siempre una única respuesta acertada.

¿Cuáles son los retos y perspectivas que tiene hoy un docente? Es un actor esencial, necesario e imprescindible para entender lo que de verdad sucede en el aula. No es un mero aplicador de técnicas de eficacia aprobada al margen de ideologías, creencias y experiencias. Actúa con un conocimiento profesional que no es neutro, sino que está filtrado por su personalidad, su experiencia y su contexto laboral. Cotidianamente el docente se enfrenta a situaciones cuya solución no es ni la verdadera ni la única; sino casi siempre posible y probablemente adecuada.

Ruth Harf finaliza diciendo que la palabra tiene una fuerza enorme. Las palabras nos cuidan, nos protegen, nos autorizan, nos dan el espacio y la invitación democrática a hacerle lugar al otro, a velar porque ese lugar sea habitable y receptor del otro.



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