jueves, 20 de octubre de 2016

La Carolina

A unos 82 Km de la ciudad de San Luis se encuentra La Carolina, un pequeño y pintoresco pueblo que está comenzando a explotarse turisticamente hace unos años. En él se encuentra el Museo y Monumento de la Poesía, en honor a Juan Crisóstomo Lafinur y, una mina de oro que ya no es explotada.

Juan Crisóstomo Lafinur fue un poeta y educador argentino, tío bisabuelo de Jorge Luis Borges; nacido en La Carolina. Falleció a la corta edad de 26 años tras caerse de su caballo.

El pequeño museo cuenta con obras manuscritas de su autoría y de otros artistas locales o extranjeros, objetos como puntas de flecha, mantas; obras de arte sencillas. Tiene un espacio con libros para niños y otros de historia, flora y fauna del lugar. El espacio suele utilizarse para eventos relacionados con el arte o, en el caso del que asistí, a promover el turismo local. Cuenta con una biblioteca y un café literario.

Quien quiera puede exponer poesía en el museo pero esta, debe ser original y manuscrita.

En su exterior hay un Centro de Interpretación visual que proyecta cortos sobre la vida y el pensamiento de Lafinur y; acompañando en los ingresos al museo hay una serie de bustos realizados por un artista local. el otro lado del río, una construcción que simula un ajedrez dónde descansan sus restos.









A pocos metros del museo se puede acceder, acompañado por un guía local, a una mina de oro que ya no es explotada. Ingresando por el largo y oscuro túnel con algo de agua y barro bajo las botas de goma, se pueden observar los distintos minerales que componen la sierra, las gotas de agua que parecen estrellas y comienzan a crear estalactitas es los lugares dónde la mano humana no llega; los curiosos suelen romperlas al “querer ver” cómo son.
Las minas son excavadas en sentido contrario a la dirección de la piedra que compone la sierra y, al llegar a una veta de oro, se excava sí, en el sentido de la piedra, buscando extraer el oro. Estas partes poseen túneles de ventilación y vestigios de lo que eran las precarias escaleras por las que los mineros escapaban en caso derrumbe. Tras adentrarnos más en la mina y llegar a un segundo túnel, apagamos las luces quedando totalmente a oscuras y en un total y absoluto silencio. Sólo el olor a azufre nos alcanzaba. El guía nos invitó a pensar en todas aquellas personas que trabajaron y trabajan en todo el mundo dentro de minas, la soledad que hay allí, la falta de aire puro y de iluminación, las condiciones precarias de trabajo. Volvimos rodeados de la oscuridad hasta el túnel principal, usando nuestros otros sentidos para orientarnos hasta llegar a “la luz”al final de túnel.




Recorrí el pequeño pueblo que tiene una iglesia de piedra muy bonita y un monumento dedicado a los mineros. Hay un cartel sobre una pared de ladrillos en lo que alguna vez fue una escuela para 150 alumnos, con solo dos aulas, en honor a sus primeros docentes y directivos. 

Finalizó el día cenando un comida típica del lugar, carne a la masa. Es una carne adobada colocada en una fuente y cubierta por una masa de harina y agua, con una cocción lenta en el horno de barro. La cena fue acompañada por un artista local, Gabriel Cantisani, que cantó junto a su guitarra varias canciones y, contó algunas historias graciosas. Nunca había asistido a una payada, me gustó mucho ya que además es algo típico de nuestro país, de nuestras raíces.


Quién vaya a San Luis no se pierda de visitar La Carolina y sus atractivos.






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